Casi por casualidad acabé pasando mi última tarde en Pushkar en "la escuela" donde Antonio, un chico Australiano que se alojaba en el mismo hotel que nosotros, llevaba trabajando dos años.
A decir verdad, no las tenía todas conmigo cuando le pregunté por dónde estaba la escuela. Me resultaba un tanto violento pedirle si podría ir con él, pero al final no me hizo ni falta. Debió de verlas venir, porque antes incluso de decirme donde estaba, ya me estaba ofreciendo acompañarle. ¿Quieres venir? me dijo en un perfecto español, producto de haber vivido 9 años en nuestro país. ¡Por supuesto que quiero! Y qué pena no habérselo preguntado antes, porque de haberlo hecho, habría vuelto allí todos y cada uno de los días que pasamos en Pushkar.
Resulta que en India, la escolarización no es obligatoria, por lo que muchos niños no tienen acceso a la educación. Lo que yo no sabía de esta escuela, es que se trataba de un proyecto de voluntariado donde precisamente intentan brindar una oportunidad a aquellos niños cuyas familias no tienen recursos para enviarlos al colegio.
El proyecto en sí, lleva ya en marcha algunos años (The Shakti Project) y la manera en que aporta su granito de arena con los niños de Pushkar es pagándoles la matrícula del colegio, proporcionándoles material escolar y uniformes, ayudándoles con los deberes tras el cole, brindándoles un espacio de juegos, y enseñándoles otro tipo de actividades como música o trapecismos! Además, los niños que aquí vienen, nunca se irán a casa sin antes haber recibido un buen plato de comida caliente y un poco de fruta.
Llegamos a la escuela un poco antes de las 14h. Allí habría entre veinte y treinta niños y niñas de entre 3 y 14 años. No estaban todos. Según me comentó Anthony, normalmente rondan los cincuenta, pero los horarios de los colegios a los que acuden estos niños estaban cambiando, de modo que solo los que habían salido a las 12h estaban por allí. El resto no saldrían de clase hasta las 16:30.
Cuando llegué, casi todos me miraron con curiosidad, pero poco a poco se empezaron a acercar, a preguntarme mi nombre, a enseñarme sus juguetes o simplemente a invitarme a jugar con ellos. Pero lo mejor de todo eran sus continuas muestras de cariño, y eso que me acababan de conocer! En toda la tarde, no pararon de darme abrazos y besos, de cogerme de la mano, de sentarse encima, de apoyar sus cabecitas en mi hombro... vamos, que me los habría llevado a todos a casa!
Siempre me he considerado una persona muy afortunada. Al igual que estos niños, yo no elegí dónde nacer, y sin embargo aquí estoy, recorriendo el mundo, mientras muchos de ellos apenas cubren sus necesidades básicas...
Ahora no puedo volver la vista para otro lado. No quiero ni imaginar qué sería de todos ellos sin la ayuda de este proyecto. ¿Os animáis a colaborar? Yo no lo he dudado ni un momento ;-).
En su web podréis ver las instrucciones para hacer donaciones (aunque sean pequeñitas, ya que aquí con muy poco se puede conseguir mucho) o incluso para "sponsorizar" a alguno de los niños (tenéis sus fotos también en la web).
De verdad que os lo agradecerán de todo corazón :-)
A decir verdad, no las tenía todas conmigo cuando le pregunté por dónde estaba la escuela. Me resultaba un tanto violento pedirle si podría ir con él, pero al final no me hizo ni falta. Debió de verlas venir, porque antes incluso de decirme donde estaba, ya me estaba ofreciendo acompañarle. ¿Quieres venir? me dijo en un perfecto español, producto de haber vivido 9 años en nuestro país. ¡Por supuesto que quiero! Y qué pena no habérselo preguntado antes, porque de haberlo hecho, habría vuelto allí todos y cada uno de los días que pasamos en Pushkar.
Resulta que en India, la escolarización no es obligatoria, por lo que muchos niños no tienen acceso a la educación. Lo que yo no sabía de esta escuela, es que se trataba de un proyecto de voluntariado donde precisamente intentan brindar una oportunidad a aquellos niños cuyas familias no tienen recursos para enviarlos al colegio.
El proyecto en sí, lleva ya en marcha algunos años (The Shakti Project) y la manera en que aporta su granito de arena con los niños de Pushkar es pagándoles la matrícula del colegio, proporcionándoles material escolar y uniformes, ayudándoles con los deberes tras el cole, brindándoles un espacio de juegos, y enseñándoles otro tipo de actividades como música o trapecismos! Además, los niños que aquí vienen, nunca se irán a casa sin antes haber recibido un buen plato de comida caliente y un poco de fruta.
Llegamos a la escuela un poco antes de las 14h. Allí habría entre veinte y treinta niños y niñas de entre 3 y 14 años. No estaban todos. Según me comentó Anthony, normalmente rondan los cincuenta, pero los horarios de los colegios a los que acuden estos niños estaban cambiando, de modo que solo los que habían salido a las 12h estaban por allí. El resto no saldrían de clase hasta las 16:30.
Cuando llegué, casi todos me miraron con curiosidad, pero poco a poco se empezaron a acercar, a preguntarme mi nombre, a enseñarme sus juguetes o simplemente a invitarme a jugar con ellos. Pero lo mejor de todo eran sus continuas muestras de cariño, y eso que me acababan de conocer! En toda la tarde, no pararon de darme abrazos y besos, de cogerme de la mano, de sentarse encima, de apoyar sus cabecitas en mi hombro... vamos, que me los habría llevado a todos a casa!
Siempre me he considerado una persona muy afortunada. Al igual que estos niños, yo no elegí dónde nacer, y sin embargo aquí estoy, recorriendo el mundo, mientras muchos de ellos apenas cubren sus necesidades básicas...
Ahora no puedo volver la vista para otro lado. No quiero ni imaginar qué sería de todos ellos sin la ayuda de este proyecto. ¿Os animáis a colaborar? Yo no lo he dudado ni un momento ;-).
En su web podréis ver las instrucciones para hacer donaciones (aunque sean pequeñitas, ya que aquí con muy poco se puede conseguir mucho) o incluso para "sponsorizar" a alguno de los niños (tenéis sus fotos también en la web).
De verdad que os lo agradecerán de todo corazón :-)
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