... y aunque ya había hecho autostop en el pasado, nunca antes lo había intentado para un trayecto largo. Así que hoy os contaré "mi primera vez" haciendo dedo con el mochilón. Ahí va la historia sobre el viaje que comenzamos haciendo autostop en Chile y en el que terminamos durmiendo en un hospital argentino (:-s):
Tras la despedida de Celia, lo único que teníamos claro Diana y yo era que volveríamos a Bolivia. La duda era si lo haríamo por el mismo camino (de San Pedro yendo a Calama y allí tomando un transporte que nos cruzara la frontera para acabar en Uyuni), o por otro diferente. Las alternativas eran tres:
Fijamos nuestra meta en la ciudad de Salta. Objetivo no poco ambicioso, pues estamos hablando ni más ni menos que de 700 y pico kilómetros, incluyendo un paso de frontera.
El día comenzó despacio. Antes de abandonar San Pedro, debíamos conseguir el sello de salida del país en nuestros pasaportes, pues la oficina de migraciones chilena se encuentraba en esa ciudad y no en la propia frontera como cabría esperar. Aquel día era Viernes Santo, y a este lado del charco, al igual que en España, la Semana Santa supone gran movilización de gente. La oficina de migraciones chilena, no abría hasta las 8:00 y a esa hora ya había una cola de más de 1h. Así que nos armamos de paciencia y esperamos bajo el frío y con las mochilas a que nos llegara el turno. La tarde antes habíamos intentado que nos sellaran la salida con fecha del día siguiente (algo así como lo que hicimos en Bolivia), pero no nos dejaron. Al menos sí conseguimos que unos ciudadanos argentinos que esperaban para sellar la entrada, nos vendieran pesos a la tasa "extraoficial" (la que usa todo el mundo allí, pues la oficial es un "atraco a mano desaramada").
Al fin nos llegó el turno, y sacamos nuestra mejor sonrisa y la actitud más dicharachera para distraer al funcionario de aduanas y evitar que nos preguntara por el vehículo en el que abandonaríamos el país. ¡Y funcionó! Allí es obligatorio estar registrado en un vehículo o no te sellan. Una respuesta del tipo: vamos en autostop, hubiese supuesto una negativa para salir, como luego nos pasó al entrar en Argentina, pero eso es adelantar los acontecimientos, así que volvamos a la historia ;-).
Conseguimos el sello de salida y caminamos unos 500 m hasta el desvío hacia el paso fronterizo de Jama. Allí aposentamos nuestras mochilas y echamos el cronómetro a andar. Como en la aduana había mucha cola, los vehículos pasaban con cuentagotas, y la mayoría se dirigían al sur, no al este :-s.
Tras 44 minutos exactos de espera, nuestra suerte cambió, ya que Martín y Daniel decidieron parar su camión ante nuestras señas :-). Os podemos llevar hasta el paso de Jama. Ya allí tendréis que continuar con otro, pues nuestro jefe andará pendiente y no deberíamos llevar a nadie en cabina.
Ok, nos sirve. Y ¡alehop!, en un santiamén estábamos arriba y nos habíamos convertido en las reinas del camión. Aquello era enorme. La verdad es que se podía ir hasta tumbado, durmiendo sobre un comodísimo colchón :-).
Durante las siguientes 5h y pico avanzamos lentamente; muuuuy lentamente. Con deciros que Daniel se bajaba en marcha, se daba un paseo y se volvía a subir, os podréis imaginar. Para el paso de Jama es todo subida. Hay que atravesar los Andes. El desnivel desde San Pedro son más de 2500 m en altura, y el camión iba cargado con bolas de acero ;-).
Bueno, el caso es que llegamos a Jama, la frontera donde se encuentra migraciones de Argentina. Nuestros amigos nos dejaron unos metros antes de la entrada de turistas y ellos tiraron para el parking de camiones. Entramos y lo primero que nos preguntaron fue que cómo habíamos llegado hasta allá. Ante nuestra respuesta nos indicaron que debíamos hacer los trámites de entrada junto con el vehículo con el que entrábamos:
- ¡Pero hemos entrado caminando!. El camión nos dejó antes de entrar y no vamos a continuar con él.
- Entonces busquen otro vehículo para continuar y vengan a sellar con él.
Oído cocina. Para la zona de camioneros que nos fuimos a ver si otro nos llevaba, pero había muy poco tráfico ese día por ser feriado. Y ninguno de los que estaban iba para Salta :-s. Regresamos a la zona de turismos a ver si había suerte, y aunque una familia chilena accedió a llevarnos, la funcionaria de la aduana no nos dejó porque el vehículo ya estaba "cerrado" en su sistema :'(.
La cosa empezaba a pintar mal. Apenas llegaban vehículos. Los que lo hacían venían llenos. Y nos encontrábamos en medio de la nada: zona semidesértica, cuyo pueblo más cercano estaba a varias horas de distancia en coche. Andar bajo la solana con las mochilas a 4000 y pico metros de altitud no era una opción, así que decidimos dividirnos para abarcar todas las opciones: una se quedaría en la zona de turismos y la otra volvería a la de camiones a ver quién conseguía encontrar transporte.
A todo esto, Daniel nos veía ir y venir, hablar con unos y con otros, y en definitiva, empezar a preocuparnos pues eran ya casi las 17h y quedaban tan sólo un par de horas de luz. Total, que le debimos de dar pena y al final vino a buscarnos y a decirnos que fuésemos con ellos.
- No queremos causaros problemas, de verdad.
- ¿Es un problema para vosotras venir con nosotros?
- En absoluto.
- ¡Pues para adentro!
Nunca supimos si nuestra presencia les costó alguna que otra explicaciones más de lo habitual, pero desde luego que a nosotras nos facilitó enormemente la existencia (¡mil gracias, chicos!).
A partir de ahi, todo fue rodado de nuevo :-). Los paisajes comenzaron a tornarse increíbles y seguimos disfrutando de nuestra privilegiada posición en el camión.
Al poco de oscurecer, Daniel se pasó al camión de otro compañero que se estaba quedando dormido, y yo pasé a sustituirle en su labor de copiloto-conversador para que Martín aguantara despierto al volante, pues también comenzaba a notar el cansancio. En realidad todos estábamos reventados. Yo no había dormido más de 3h la noche anterior y en el fondo sólo deseaba el relevo de Diana, que seguía durmiendo a pierna suelta en el colchón ;-).
Sobre las 12:30 de la noche (más de 14h después de habernos recogido) llegamos a Güemes, que era en realidad el destino final del camión. Martín nos indicó dónde quedaba la terminal de omnibus y nos dirigimos allá con idea de recorrer los 40 minutos que nos separaban de Salta, donde teníamos una cama esperando.
Pero no todo podía salirnos bien ese día y cuando fuimos a preguntar por el próximo transporte a Salta, nos digeron que hasta las 4:30 no salía :-s
Ya era tarde para seguir haciendo autostop y estábamos cansadas, así que decidimos buscar alojamiento y pasar la noche en Güemes. Pero ¿recordáis en qué fecha estábamos?. Correcto. En Viernes Santo. Y todos los alojamientos estaban llenos hasta la bandera...
Pueeeeees, o autostop, o buscar un buen banco para dormir. Ambas opciones nos apetecían lo mismo (algo así como nada) y nos parecían casi igual de "peligrosas". La terminal no nos parecían en absoluto un buen lugar para quedarnos dormidas, pues en realidad no disponía más que de unos banquitos frente a los andenes, todo al aire libre. Demasiado ruido y demasiada gente rondando por allí como para no estar con los cuatro ojos sobre las mochilas... ¿qué hacer, entonces?. ¿Qué lugar podíamos encontrar abierto toda la noche y con la gente demasiado (pre)ocupada como para prestarnos atención a nosotras y nuestras mochilas?. Sí, amigos. Habéis adivinado bien. Para el hospital que nos fuimos ;-)
El resto de la historia os la podéis imaginar. Encontramos un rinconcito donde descansar pasandeo totalmente desapercibidas. Y unas horas más tarde estábamos en Salta, dándonos una duchita caliente y acostándonos a descansar como nos merecíamos.
¡Prueba superada! No ha sido tan difícil. Habrá que repetirlo, jeje. Por el momento, inauguramos marcador:
Diana & Lara 1 - carretera 0 ;-)
Tras la despedida de Celia, lo único que teníamos claro Diana y yo era que volveríamos a Bolivia. La duda era si lo haríamo por el mismo camino (de San Pedro yendo a Calama y allí tomando un transporte que nos cruzara la frontera para acabar en Uyuni), o por otro diferente. Las alternativas eran tres:
- Avanzando por Chile a Iquique (cruzar por el parque Volcán Isluga)
- Avanzando por Chile a Arica (cruzar por el parque Lauca)
- Tomando la dirección opuesta hacia Argentina, visitar un poco la región noroeste del país y desde allí subir a Bolivia.
Fijamos nuestra meta en la ciudad de Salta. Objetivo no poco ambicioso, pues estamos hablando ni más ni menos que de 700 y pico kilómetros, incluyendo un paso de frontera.
El día comenzó despacio. Antes de abandonar San Pedro, debíamos conseguir el sello de salida del país en nuestros pasaportes, pues la oficina de migraciones chilena se encuentraba en esa ciudad y no en la propia frontera como cabría esperar. Aquel día era Viernes Santo, y a este lado del charco, al igual que en España, la Semana Santa supone gran movilización de gente. La oficina de migraciones chilena, no abría hasta las 8:00 y a esa hora ya había una cola de más de 1h. Así que nos armamos de paciencia y esperamos bajo el frío y con las mochilas a que nos llegara el turno. La tarde antes habíamos intentado que nos sellaran la salida con fecha del día siguiente (algo así como lo que hicimos en Bolivia), pero no nos dejaron. Al menos sí conseguimos que unos ciudadanos argentinos que esperaban para sellar la entrada, nos vendieran pesos a la tasa "extraoficial" (la que usa todo el mundo allí, pues la oficial es un "atraco a mano desaramada").
Al fin nos llegó el turno, y sacamos nuestra mejor sonrisa y la actitud más dicharachera para distraer al funcionario de aduanas y evitar que nos preguntara por el vehículo en el que abandonaríamos el país. ¡Y funcionó! Allí es obligatorio estar registrado en un vehículo o no te sellan. Una respuesta del tipo: vamos en autostop, hubiese supuesto una negativa para salir, como luego nos pasó al entrar en Argentina, pero eso es adelantar los acontecimientos, así que volvamos a la historia ;-).
Conseguimos el sello de salida y caminamos unos 500 m hasta el desvío hacia el paso fronterizo de Jama. Allí aposentamos nuestras mochilas y echamos el cronómetro a andar. Como en la aduana había mucha cola, los vehículos pasaban con cuentagotas, y la mayoría se dirigían al sur, no al este :-s.
Lista y en posición ;-) |
Tras 44 minutos exactos de espera, nuestra suerte cambió, ya que Martín y Daniel decidieron parar su camión ante nuestras señas :-). Os podemos llevar hasta el paso de Jama. Ya allí tendréis que continuar con otro, pues nuestro jefe andará pendiente y no deberíamos llevar a nadie en cabina.
El camión de Martín y Daniel :-) |
Ok, nos sirve. Y ¡alehop!, en un santiamén estábamos arriba y nos habíamos convertido en las reinas del camión. Aquello era enorme. La verdad es que se podía ir hasta tumbado, durmiendo sobre un comodísimo colchón :-).
Las vistas desde dentro del camión |
Durante las siguientes 5h y pico avanzamos lentamente; muuuuy lentamente. Con deciros que Daniel se bajaba en marcha, se daba un paseo y se volvía a subir, os podréis imaginar. Para el paso de Jama es todo subida. Hay que atravesar los Andes. El desnivel desde San Pedro son más de 2500 m en altura, y el camión iba cargado con bolas de acero ;-).
Bueno, el caso es que llegamos a Jama, la frontera donde se encuentra migraciones de Argentina. Nuestros amigos nos dejaron unos metros antes de la entrada de turistas y ellos tiraron para el parking de camiones. Entramos y lo primero que nos preguntaron fue que cómo habíamos llegado hasta allá. Ante nuestra respuesta nos indicaron que debíamos hacer los trámites de entrada junto con el vehículo con el que entrábamos:
- ¡Pero hemos entrado caminando!. El camión nos dejó antes de entrar y no vamos a continuar con él.
- Entonces busquen otro vehículo para continuar y vengan a sellar con él.
Oído cocina. Para la zona de camioneros que nos fuimos a ver si otro nos llevaba, pero había muy poco tráfico ese día por ser feriado. Y ninguno de los que estaban iba para Salta :-s. Regresamos a la zona de turismos a ver si había suerte, y aunque una familia chilena accedió a llevarnos, la funcionaria de la aduana no nos dejó porque el vehículo ya estaba "cerrado" en su sistema :'(.
La cosa empezaba a pintar mal. Apenas llegaban vehículos. Los que lo hacían venían llenos. Y nos encontrábamos en medio de la nada: zona semidesértica, cuyo pueblo más cercano estaba a varias horas de distancia en coche. Andar bajo la solana con las mochilas a 4000 y pico metros de altitud no era una opción, así que decidimos dividirnos para abarcar todas las opciones: una se quedaría en la zona de turismos y la otra volvería a la de camiones a ver quién conseguía encontrar transporte.
A todo esto, Daniel nos veía ir y venir, hablar con unos y con otros, y en definitiva, empezar a preocuparnos pues eran ya casi las 17h y quedaban tan sólo un par de horas de luz. Total, que le debimos de dar pena y al final vino a buscarnos y a decirnos que fuésemos con ellos.
- No queremos causaros problemas, de verdad.
- ¿Es un problema para vosotras venir con nosotros?
- En absoluto.
- ¡Pues para adentro!
Nunca supimos si nuestra presencia les costó alguna que otra explicaciones más de lo habitual, pero desde luego que a nosotras nos facilitó enormemente la existencia (¡mil gracias, chicos!).
A partir de ahi, todo fue rodado de nuevo :-). Los paisajes comenzaron a tornarse increíbles y seguimos disfrutando de nuestra privilegiada posición en el camión.
El paisaje una vez en Argentina se volvió mucho más interesante. |
Al poco de oscurecer, Daniel se pasó al camión de otro compañero que se estaba quedando dormido, y yo pasé a sustituirle en su labor de copiloto-conversador para que Martín aguantara despierto al volante, pues también comenzaba a notar el cansancio. En realidad todos estábamos reventados. Yo no había dormido más de 3h la noche anterior y en el fondo sólo deseaba el relevo de Diana, que seguía durmiendo a pierna suelta en el colchón ;-).
Sobre las 12:30 de la noche (más de 14h después de habernos recogido) llegamos a Güemes, que era en realidad el destino final del camión. Martín nos indicó dónde quedaba la terminal de omnibus y nos dirigimos allá con idea de recorrer los 40 minutos que nos separaban de Salta, donde teníamos una cama esperando.
Pero no todo podía salirnos bien ese día y cuando fuimos a preguntar por el próximo transporte a Salta, nos digeron que hasta las 4:30 no salía :-s
Ya era tarde para seguir haciendo autostop y estábamos cansadas, así que decidimos buscar alojamiento y pasar la noche en Güemes. Pero ¿recordáis en qué fecha estábamos?. Correcto. En Viernes Santo. Y todos los alojamientos estaban llenos hasta la bandera...
Pueeeeees, o autostop, o buscar un buen banco para dormir. Ambas opciones nos apetecían lo mismo (algo así como nada) y nos parecían casi igual de "peligrosas". La terminal no nos parecían en absoluto un buen lugar para quedarnos dormidas, pues en realidad no disponía más que de unos banquitos frente a los andenes, todo al aire libre. Demasiado ruido y demasiada gente rondando por allí como para no estar con los cuatro ojos sobre las mochilas... ¿qué hacer, entonces?. ¿Qué lugar podíamos encontrar abierto toda la noche y con la gente demasiado (pre)ocupada como para prestarnos atención a nosotras y nuestras mochilas?. Sí, amigos. Habéis adivinado bien. Para el hospital que nos fuimos ;-)
El resto de la historia os la podéis imaginar. Encontramos un rinconcito donde descansar pasandeo totalmente desapercibidas. Y unas horas más tarde estábamos en Salta, dándonos una duchita caliente y acostándonos a descansar como nos merecíamos.
¡Prueba superada! No ha sido tan difícil. Habrá que repetirlo, jeje. Por el momento, inauguramos marcador:
Diana & Lara 1 - carretera 0 ;-)