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viernes, 5 de octubre de 2012

Bienvenidos a India!

Tras una breve escala de 24h en Bangkok, donde mi antigua compañera de trabajo, Marió, y su pareja Antonio, nos alojaron en su casa, deleitándonos con una maravillosa cena española, tomamos un avión que nos llevó hasta Delhi.
¡Vámonos a Nueva Delhi!
Para mi hermano, éste sería su primer contacto con la India. Para mi, en cambio, justo a finales de este mes, se cumplirán 4 años de mi primera y, hasta ahora, única visita.

India es un país para saborear despacito, o corres el riesgo de atragantarte. En mi caso concreto, he de confesar que me genera sentimientos contradictorios, y es que no es un lugar en el que de primeras uno suela sentirse cómodo. Recuerdo de mi primera visita que me impactó profundamente vivir la miseria tan de cerca. La malnutrición y el hambre eran patentes en cada rincón, y qué decir de la suciedad y el polvo. Sin embargo, también me pareció grandiosa y hermosa, con su infinidad de templos, palacios y fortificaciones. Aquella visita fue fugaz, de modo que en ésta, mi segunda vez, he querido pisar el freno (por primera vez en todo el viaje) para poder asimilarlo todo más poquito a poco.

Nuestro paso por Delhi fue casi testimonial. Tuvimos que hacer noche irremediablemente porque las malas conexiones de Internet en Myanmar nos impidieron reservar un tren para el mismo día en que llegamos. Así que una vez en la ciudad, lo primero que hicimos (antes incluso de buscar alojamiento) fue sacar el billete que nos llevaría al día siguiente al que decidimos sería nuestro lugar de retiro para la siguiente semana: Pushkar.

Sobre Pushkar os hablaré más adelante, pero hoy me gustaría aprovechar para comentar algo que me ha sorprendido muy gratamente sobre este país. Y es que en tan sólo 4 años, se pueden observar numerosos cambios a mejor. No puedo imaginar lo que será de India en la próxima década!
Para empezar, se ven cambios en la gente. La delgadez extrema que tanto me llamó la atención en 2008, ya no es la nota dominante. Cierto es que la gente sigue estando delgada, pero al menos no se ven en los huesos. La mendicidad la han hecho desaparecer de algunas zonas en las que cuando estuve por primera vez sí se observaba. Aunque ésto no sabría decir si es fruto de que la han cambiado de lugar o de que realmente se está reduciendo.

Los patrones sociales, al menos en las pocas zonas de la capital por las que nos movimos, también me resultaron más abiertos. En esta ocasión pude ver muchas más mujeres indias solas por la calle, y casi me quedo de piedra con la gran cantidad de muestras de afecto en público que vimos en uno de los parques en el que nos tiramos a pasar la tarde. Tras mi anterior visita, esto me parecía más que impensable! En cuanto a la moda, cada vez se ven más indios vestidos a la occidental. Y también a más occidentales mostrando hombros, rodillas y escotes, sin que genere miradas de desaprobación.

No sé, quizás sea yo, que lo miro con otros ojos. O quizás es que realmente el país está cambiando... no lo sé; sólo el tiempo lo dirá!

INFORMACIÓN PRÁCTICA PARA VIAJEROS

- Transporte: desde el aeropuerto internacional de New Delhi hasta la estación de tren de New Delhi, se puede ir en taxi (320 rupias prepagandolo en el aeropuerto), en metro (creo que son 150 rupias; sólo circula por las mañanas), o en autobús urbano (75 rupias, se coge junto a la columna 14). El metro entre la estación de tren de New Delhi y Old Dehli cuesta 8 rupias y son dos paradas.

- Alojamiento: la zona de mochileros está nada más salir de la estación de tren de New Delhi, en la calle del bazar. Nos alojamos en el Down Town (en una bocacalle de la izquierda) por 300 rupias (habitación doble con baño). No lo recomiendo.

- Comida: en la misma calle del bazar hay múltiples opciones. Nos recomendaron (y nos gustó) el Sonu, en la misma calle del bazar.

- Otros: la tasa de cambio en el aeropuerto es bastante peor que en la ciudad. Lo mejor es cambiar lo justo para llegar al centro, y cambiar allí o tirar de cajero.

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