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jueves, 16 de agosto de 2012

Un cambio radical de aires: Hong Kong

Con una gran pena en el alma, abandonamos Indonesia volando por enésima vez desde el aeropuerto de Surabaya, esta vez con destino internacional. Una escala en Kuala Lumpur de varias horas, daría paso al vuelo que nos llevaría a nuestra siguiente parada; Hong Kong.

Hacía mucho tiempo que no visitábamos una gran ciudad, y aunque no son santo de mi devoción, he de reconocer que la emoción de estar allí me provocaba cierto cosquilleo. Qué gran ciudad!! Cuánto rascacielos y menuda variedad de gentes!!

Nuestra primera experiencia allí fue en la búsqueda de alojamiento. Durante la escala del avión ya habíamos investigamos un poco por internet, sin llegar a reservar nada y nuestras conclusiones entonces fueron dos: la habitación nos iba a salir bien cara y para pagar lo menos posible deberíamos dirigirnos a la Chungking Mansion, famosa entre los mochileros, aunque odiada por todo el mundo... una vez allí entendimos por qué. Tras recorrer varios pisos de la susodicha mansión, preguntando en tropecientos hostales, finalmente desistimos de encontrar un lugar decente y conseguimos negociar una habitación (bastante cutre, la verdad) por un precio no descabellado. Nos confirmaron que podíamos quedarnos dos noches pero que de momento pagasemos solo una, y al día siguiente cuando nos disponíamos a salir a patear la ciudad, nos digeron que si queríamos quedarnos, teníamos que pagar la segunda noche un 50% más cara que el día anterior. ¿Por ese cuchitril? ¡Ni de coña! Así que vuelta a cargar las mochilas y vuelta a iniciar la búsqueda de un lugar donde pasar la noche :-(. Nos salió un pelín más caro de lo previsto, pero estaba bastante mejor que el sitio que acabábamos de dejar.

Aún con este pequeño contratiempo, los dos días enteros que estuvimos en Hong Kong, dieron mucho de sí para visitar la ciudad y disfrutar de su ambiente (especialmente una vez caído el sol). Recorrimos el emblemático paseo de las estrellas en Kowloon, admiramos el espectáculo de luz y sonido del skyline nocturno, cogimos el Star Ferry para cruzar a Hong Kong island, subimos al pico Victoria en el famoso tram, saboreamos la comida hongkonita en el SoHo, y degustamos las primeras cervezas "made in China" en Lan Kwai Fong.

Skyline de Hong Kong desde el paseo de las estrellas.

Ejército de doraemons frente al Puerto de la ciudad.

Vistas de Hong Kong desde el pico Victoria.

Tiene que ser genial vivir en Hong Kong (cobrando un sueldo que te lo permita, claro), pero para un par de viajeros como nosotros, dos días son más que suficientes para empezar a agobiarnos con su tamaño y ritmo incesante de vida. Además, nos morimos de ganas por cruzar ya a China, así que a levantarse temprano y ¡para allá que nos vamos!

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