Nuestro primer contacto con Camboya, fue a través de Phnom Penh, su capital.
La ciudad en sí es como cualquier otra gran ciudad de por aquí. Con sus templos, sus numerosos comercios, las calles llenas de gente, sus motos, su gran río, etc. Nada especialmente remarcable. Bueno sí, quizás sí destacaría su sistema de numeración de las calles, que te permite moverte por el centro con gran facilidad, sin la necesidad de un mapa.
Hasta aquí, todo esperable. Pero al parar un segundo a observar con detenimiento alrededor, se pueden apreciar sutiles diferencias respecto al país vecino.
Ya de entrada, la gente parece diferente. Su piel es más oscura y sus ojos menos rasgados. Su manera de vestir también es distinta; mucho más parecida a la nuestra. Y qué decir del pelo? La gran mayoría lo lleva teñido, incluyendo niños pequeños!
También se observa numerosa venta ambulante, así como amplia oferta de tuk-tuks y moto-taxis. Pero en contaste con Vietnam, aquí no resultan tan "agresivos" en su captación de clientes. Es más, la mayoría de ellos bromea y se ríe contigo. Es difícil encontrar a alguien que no chapurree un mínimo de inglés.
El alfabeto también cambia. Se acabaron los caracteres latinos (herencia de los franceses) y las mínimas posibilidades de enterarse de algo escrito por ellos.
Otra diferencia: la moneda, como no?! Aquí se maneja el riel. Sin embargo aceptan el dólar americano en TODAS partes. Vamos, que se puede sobrevivir sin cambiar dinero.
Volvimos a encontrar también las anchas calles de HCMC, pero con un tráfico menos caótico. Más coches (cochazos!). Menos motos. Muchos semáforos... e incluso guardias regulando el continuo fluir de vehículos.
No se supone que este país está menos desarrollado que Vietnam? Al menos en nuestro primer contacto con su capital, no es en absoluto la sensación que nos ha dado.